Se puede decir que la llamada "Crisis de los misiles" cubana supuso un antes y un después en las, ya por entonces tensas relaciones entre las dos principales potencias nucleares en el mundo: Estados Unidos y la Unión Soviética. La instalación de plataformas de lanzamiento de misiles nucleares en Cuba por parte del régimen soviético, acompañada del equipamiento militar masivo en material y personal, fue interpretado por los Estados Unidos como una clara amenaza hacia su poder en el equilibrio entre ejes políticos, pero más directamente como la posibilidad de que gran parte del país fuera literalmente "borrado del mapa" por efecto de la devastación nuclear. El entonces Presidente John Fitgerald Kennedy se encontró ante la necesidad de tomar una decisión.
Tras la constatación por los Estados Unidos de que dicha instalación se estaba llevando a cabo, los acontecimientos se precipitaron de manera vertiginosa con el objetivo de encontrar la solución más adecuada a la amenaza recibida, pero ¿cuál sería la decisión más acertada? ¿Se dejaría llevar el Presidente por el asesoramiento técnico de quienes representaban a su maquinaria de guerra, o apostaría por continuar con sus políticas reformadoras de corte liberal, que profundizaban en la democracia y la obtención de alianzas con otros países que facilitaran el desarrollo mutuo?
En la etapa de su predecesor, Eisenhower, la Cía había preparado ya una operación para la invasión de Cuba, que heredó Kennedy cuando llegó al poder y que aceptó tras las presiones de los jefes militares. Sin embargo dicha operación fue un desastre para los Estados Unidos pues Fidel Castro repelió la invasión, dejándoles en evidencia. Kennedy no quería repetir la experiencia, pero de nuevo las presiones de los altos mandos de la administración militar querían imponer su criterio a toda costa, y consideraron que no actuar de acuerdo con el mismo suponía quebrantar la confianza que los ciudadanos norteamericanos habían depositado en su presidente.
El Presidente junto al Secretario de Estado y su hermano Bob, en el Despacho Oval. Fuente: eskup.elpais.com |
Finalmente, tras trece días de intenso trabajo, la decisión de Kennedy se basó en los consejos de sus asesores de confianza, el Secretario de Estado y su hermano y Fiscal General Bob, de manera que lanzaron un bloqueo a la isla Cubana que hizo adoptar nuevas reacciones a ambos bloques que no conllevaron necesariamente el empleo masivo de armas nucleares como inicialmente estaba previsto, fruto de las cuales acordaron la firma de un acuerdo que permitía la retirada de las bases de lanzamiento de misiles en Cuba, pero también las que mantenía en Turquía Estados Unidos, y que suponían en realidad tanto peligro para la Unión Soviética como el que suponía para ellos las de Cuba. Ambos contendientes dieron la sensación de haber salido ganando, y optaron por trasladar el escenario bélico a otros países como Vietnam o Corea.
Pero para llegar a esta solución se tuvieron que poner en juego las tensiones de poder existentes entre el máximo gobernante del país y la todopoderosa administración militar, representada por los Generales que comandaban el Ejército y que suponían una élite con gran poder.
Talleyrand nos dejó escrito que "La Administración es el intermediario que relaciona a gobernantes y a los gobernadores; es el nudo que asocia los intereses particulares y el interés general; es el punto de contacto y unión de la autoridad pública y de la libertad individual". La evolución de la Administración tal y como fue concebida inicialmente, como herramienta que consolidó el poder del Estado absoluto y con ello el desmantelamiento de la sociedad feudal, ha derivado sin embargo en mucho más que en un intermediario, un punto de contacto. Ha procurado una serie de grupos de poder compuestas por funcionarios de alto rango en las diversas Administraciones Públicas. Lo ocurrido en esta crisis fue un ejemplo de este juego de poderes entre Gobierno y este ejemplo de Administración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario