lunes, 29 de abril de 2013

Análisis del Proceso Electoral Federal de México

El nivel de democratización que ha alcanzado un pueblo se puede medir, entre otras maneras, estudiando su tipo de proceso electoral. En este caso me he detenido en el proceso electoral mexicano.

México establece en su Constitución de 1917:

- Art. 39. La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

- Art. 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática, federal, compuesta de estados libres y soberanos.

- Art. 41. El pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión. Establece todo lo concerniente a los partidos políticos y la organización de elecciones.

Vamos a comprobar pues en qué medida quedan recogidos los preceptos constitucionales en la aplicación de su proceso electoral, el cual consta de las siguientes etapas:

Periodo preparatorio

El periodo preparatorio se inicia en la sesión que celebra expresamente el Consejo General dependiente del Instituto Federal Electoral, en la primera semana de octubre del año anterior a la celebración de elecciones federales ordinarias. Concluye al iniciarse la jornada electoral.

Es muy importante y realmente innovador el papel que desarrolla el Instituto Federal Electoral. Responsable de la organización de las elecciones. Este organismo autónomo está coparticipado por el Poder Legislativo, los partidos políticos de ámbito nacional y los propios ciudadanos, lo que lo convierte en un buen ejemplo tal y como indica Juan Ruiz Manero: "Y es que quizá sólo en un país cuyo sistema electoral tiene una credibilidad cercana a cero -como ocurría en el México del sexenio de Salinas de Gortari- pueden generarse, como reacción, unas instituciones electorales que constituyen, hoy por hoy, un modelo insuperado de garantismo."

Durante este periodo, el Instituto Federal Electoral recibirá y registrará la relación de partidos políticos y de candidatos que concurren a las elecciones, a través de los Consejos Locales y Distritales, que son los órganos directivos creados a propósito de las elecciones, encargados de determinar, presentar, verificar y aprobar el catálogo que ayudará a formar las mesas directivas de cada mesa electoral, llamadas casillas, además de ejercer la supervisión de la jornada electoral.

Fuente: www.cualesel.org
La campaña electoral se puede iniciar a partir del día siguiente al que el Instituto Federal Electoral ha registrado la candidatura presentada. Forma parte de este periodo por lo tanto, y comprende todos los actos llevados a cabo por los partidos políticos con el objetivo de promover sus candidaturas y obtener el voto. Finaliza tres días antes de las votaciones, y está sujeta a unos límites de gastos con el objetivo de garantizar la igualdad entre partidos.

La distribución de las mesas directivas de casilla (mesas electorales), acreditación de representantes de partidos políticos y de otros observadores independientes, y la aprobación y distribución de los modelos de documentación a emplear en las elecciones, incluyendo las papeletas de votación, son otras de las funciones a desempeñar por el Instituto Federal Electoral, con carácter previo al siguiente punto del proceso electoral.

La jornada electoral


La jornada electoral comienza a las 8 horas del primer domingo de julio y finaliza con el cierre de las casillas o mesas electorales, instaladas para recibir y contar los votos, a las 18 horas, si bien el cierre podrá hacerse antes si ya han votado todos los electores inscritos en ellas.

Podrán votar todos los mayores de 18 años que se encuentren incritos en el censo electoral, y su voto será directo y secreto.


Una vez realizado el recuento de votos se cumplimentarán las actas que recojan los resultados, y se llevarán a la Junta Distrital correspondiente.

Resultados y declaraciones de validez de las elecciones


Esta etapa engloba desde la recepción y remisión de toda la documentación obtenida de las correspondientes casillas, hasta las resoluciones de declaración de validez que emitirán los diferentes Consejos dependientes del Instituto Federal Electoral o bien el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en el caso de que hayan existido impugnaciones hacia los resultados.

Dictamen y declaración de validez de la elección de presidente electo

Esta última etapa se inicia desde el momento que se tiene conocimiento de que no existen más impugnaciones pendientes de resolver por el órgano judicial correspondiente, y concluye cuando la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dictamina el cómputo final, la validez de las elecciones y el nombre del presidente que ha resultado elegido.


Posteriormente será la Cámara de los Diputados la que elaborará la norma oficial por la cual se dará a conocer la declaración que haya formulado el Tribunal Electoral.

Conclusiones

Se puede decir que el proceso electoral mexicano se ajusta a los parámetros democráticos principales que indican que debe ser universal, igual, libre, directo y secreto. Además el proceso dispone de una serie de garantías como son que tiene establecido un procedimiento de emisión del voto, una pauta para la decisión y un procedimiento de distribución, lo que permite la manifestación de su decisión electoral. Y por si fuera poco conocemos que el funcionamiento del Instituto Federal Electoral constituye un ejemplo de garantismo.

A pesar de ello, el caso mexicano es conocido por ser también ejemplo de elecciones semicompetitivas, en las que existen uno o dos partidos claramente dominantes, lo que se considera indicador de sociedades que no han desarrollado lo suficiente su economía, su autonomía política y social, apuestan por una supremacía del poder ejecutivo sobre los demás poderes del Estado, y como consecuencia sufren de excesivo clientelismo político.




domingo, 28 de abril de 2013

Comunicación política de éxito: François Hollande

La buena comunicación política se rige por reglas escritas y estudiadas, que en ocasiones no son fáciles de cumplir por mucho que quien se presenta como líder reúna suficientes características como tal. Pero en otras ocasiones nos encontramos con una buena combinación entre ambas cosas. Esto es lo que ocurrió en el caso de François Hollande, actual Presidente de la República Francesa.

Hollande, Alcalde del municipio de Tulle hasta 2008, cambió su destino a partir de su famoso discurso de enero de 2012, con ocasión de su primer mitín de campaña electoral como candidato a la Presidencia de la Nación, que se puede ver en francés aquí.

Hollande pronunció un discurso de hora y media de duración, redactado por él mismo de manera sorpresiva, y consiguió cambiar de manera positiva la imagen que de él se tenía hasta el momento, que se tornó más creíble y motivadora.
Fuente: Wikipedia

Pero ¿cuáles fueron las claves para que un discurso nada breve se convirtiera en referente de buena comunicación política?

El proyecto político que aportó el candidato Hollande se transfirió a través de un mensaje claro, repetido, sabiendo crear el marco adecuado en el inconsciente colectivo. Gran parte de sus comentarios empezaban con un "Presidir la República es...", a lo que añadía constantes referencias a Francia. Con ello creaba una imagen cuasi-institucional, de hombre de estado y no de mero candidato.

Recursos emocionales

Hollande supo manejar los recursos emocionales que consiguieron ponerle en sintonía con el público. Acompañado por un escenario con un fondo azul en el que solamente predominaban las banderas de la Unión Europea y de Francia, vestido con traje y corbata, ofreció contundentes referencias a valores tales como la justicia, la dignidad y sobre todo la igualdad, para lo que no dudó en citar a otros líderes políticos célebres, e incluso intelectuales, como Albert Camús. También fue decidido a la hora de mostrar a Francia como Nación poderosa, que había sufrido el nacismo y ahora reconocía a las víctimas, a las cuales demostró conocer por su experiencia como alcalde de Tulle.


Supo enfocar su mensaje a los diversos sectores de población que necesitaban respuestas a sus problemas. Así, se refirió expresamente al potencial que ofrecen los jóvenes y la experiencia que acumulan los mayores, a los parados y trabajadores que mostraban incertidumbre acerca del futuro económico del país. Pero además introdujo su experiencia personal en el discurso, expresando abiertamente en primera persona sus intenciones: "No voy a dejar que...; quiero que...; voy a luchar para...".

La comunicación verbal se alió con la no verbal, además, porque su discurso fue acompañado por una adecuada gesticulación que le infirió firmeza.



Fuente: www.flamencoexport.com
Su discurso de ganador

En el  discurso pronunciado el 6 de mayo de 2012, una vez fue conocedor de su éxito en las elecciones presidenciales, mantuvo las claves que le supusieron el éxito pocos meses antes.

Acompañado de la misma escenografía, mostrando calma, serenidad y confianza en sí mismo, volvió a conectar con el público al que emocionó utilizando un lenguaje más grandilocuente. Honor, servicio al país, ejemplaridad, profunda gratitud, devolver la esperanza, orgullo, dignidad, responsabilidad, cambio, fueron expresiones utilizadas en un mensaje mucho más breve, como debía ser en su primera aparición como ganador, en la que mencionó de manera especial a niños y jóvenes. Se se mostró como el hombre llamado a dirigir la nación, a la que ensalzó empleando frases como "No somos una nación cualquiera, somos Francia", "Una sola nación con un mismo destino", "Seré el presidente de todos", en referencia esta última a los que no le habían elegido, buscando el reconocimiento y el consenso.

Según los comentarios actuales, la imagen de François Hollande vive horas bajas. Habría que analizar si este político ha dispuesto de una planificación estratégica en comunicación política acorde con el concepto de "Campaña permanente" y, si la dispuesto, si ha sido la adecuada. En cualquier caso en lo que coinciden los analistas es en que en su momento supo cómo emplear los recursos de la comunicación para alcanzar el éxito.





miércoles, 10 de abril de 2013

El Partido Justicialista: Democracia en el partido como punto de partida.

Es objeto de reflexión en esta ocasión el grado de democracia interna que alcanzan los partidos políticos. No se puede pretender tildarse de demócrata sin mostrar actitudes que lo demuestren, y los partidos políticos deben tenerlo muy presente. Este grado de democracia se puede comprobar a través del articulado de sus estatutos internos de funcionamiento.

Para esta ocasión me he decidido a estudiar al Partido Justicialista argentino. 



En primer lugar debemos conocer la forma de estado que actualmente presenta Argentina. Argentina es un estado soberano, con forma de República representativa y federal. Se encuentra dividido en 23 Provincias, más la Ciudad (autónoma) de Buenos Aires. Cada Provincia a su vez se divide en Partidos (muncipios). 



La historia más reciente de Argentina es bastante convulsa, como así lo demuestra el hecho de que el Partido Justicialista fuera fundado por el General Juan Domingo Perón en 1947 tras un golpe de estado. Inicialmente su nombre fue el de Partido Peronista, si bien en virtud de la Ley 19:102 de 1971, que impedía que el nombre de los partidos contuviera designaciones personales o derivados, adoptaron la acepción "Justicialista" aprovechando que precisamente la Justicia Social era uno de los estandartes que exhibía su recién creada ideología.



Los gobiernos justicialistas han sufrido muchas vicisitudes, ocupando la Presidencia de la Nación con Juan Domingo Perón en 1946, 1952 y 1973, Héctor José Campora en 1973, Carlos Raúl Menem en 1989 y 1995, Néstor Kirchner en 2003 y Cristina Fernández de Kirchner en 2007 y 2011.


Pero vamos a centrarnos en sus referentes democráticos internos, recogidos en su Carta Orgánica, que es su norma fundamental.


Forma de participación en el partido


- Afiliados. Cualquier nacional mayor de 18 años puede ser afiliado. Ejercen la dirección, gobierno y fiscalización del Partido, pudiendo extinguir su afiliación por renuncia, desafiliación y expulsión. Todos tienen los mismos derechos y obligaciones; entre otras la de ser elegidos para desempeñar funciones dentro de la organización, como también para las electivas y ejecutivas en el Gobierno.

- Adherentes: argentinos menores de 18 años y extranjeros, que deseen suscribir su adhesión a los principios del partido. Gozan de los mismos derechos y obligaciones que los afiliados, excepto las electorales.

Estructura interna y forma de elección de sus miembros

- Unidades Básicas: Constituyen el organismo primario del Partido. Están formadas por un número mínimo de afiliados y se rige por un Consejo.

- Circunscripción, Partido y Departamento: Son las divisiones que se encuentran en cada Distrito Electoral (que corresponde a cada una de las Provincias y la Ciudad de Buenos Aires), y también disponen de un Consejo, que se elige por mayoría simple para un periodo de dos años, en voto directo y secreto de los afiliados de las respectivas jurisdicciones que lo hayan sido al menos dos años ininterrumpidos.

En el caso de que exista una sola lista para las elecciones internas no hará falta votación de los afiliados, sino que se colocará la misma en todas las sedes dando un plazo de cinco días para que se presenten impugnaciones si se da el caso, que serán resueltas por la autoridad que corresponda en un plazo de cuarenta y ocho horas posteriores.

La Dirección de los Distritos recaerá en los siguientes organismos:

o El Congreso de Distrito, elegido por mayoría simple en voto directo y secreto de los afiliados. Tiene potestad para ejercer la acción disciplinaria adí como para designar a los candidatos a jefe de gobierno y vicejefe, gobernador y vicegobernador y a los legisladores nacionales.

o El Consejo de Distrito, elegido igualmente por mayoría simple en voto directo y secreto de los afiliados, con autoridad en el orden local y facultad de crear organismos administrativos y de difusión necesarios.

Por su parte la Dirección Nacional del Partido recae en el Congreso Nacional. Sus miembros son elegidos por un periodo de cuatro años de manera directa por los afiliados o por los respectivos Congresos de Distrito. Este Congreso a su vez elegirá a un Presidente, cuatro Vicepresidentes y siete Secretarios.

En cuanto a la elección de miembros del partido para ocupar cargos de Gobierno, esto se hará de la siguiente manera:

- Para cargos municipales o provinciales, los candidatos del partido serán elegidos por mayoría simple en voto secreto y directo de los afiliados de la respectiva jurisdicción, salvo que las cartas orgánicas de cada distrito dispongan otra cosa.

- Para el cargo de Presidente y Vicepresidente de la Nación se llevarán a cabo elecciones internas abiertas, de modo que el candidato seá elegido directamente por los afiliados, aunque también pueden elegirlo entre los ciudadanos no afiliados a partido político alguno que se encuentren habilitados para votar en comicios nacionales.

Para organizar y dirigir todo acto de elección interna en el partido se crea la Junta Electoral Nacional, compuesta por entre nueve y quince miembros titulares y tres suplentes. El Congreso designará nueve miembros titulares, un presidente, un vicepresidente, un secretario y seis vocales, y tres suplentes para los mismos. Además la Junta designará hasta seis miembros vocales titulares a propuesta de los apoderados de lista que hayan presentado candidatos a razón de uno por lista.

Por lo que respecta a los órganos de control y fiscalización interna, se dispone de los Tribunales de Disciplina en cada Distrito y en el Congreso Nacional, para entender de los casos individuales o colectivos que se susciten por mala conducta, indisciplina o violación de los principios de los órganos del partido; de la Comisión de Fiscalización, encargada del control contable de ingresos y gastos del Partido, y de los Apoderados, nombrados por los Distritos y por el Congreso Nacional, para que representen al Partido ante autoridades judiciales, electorales o administrativas y realicen los trámites que se les encomienden.

Por último conviene destacar que los estatutos del Partido Justicialista recogen expresamente la necesidad de que la mujer ocupe cargos en todos los niveles electivos del partido, recogiendo también un apartado dedicado a la Juventud Peronista, órgano que forma parte del Movimiento Nacional Justicialista, para cuyos miembros reconoce el derecho a participar en todos los procesos electivos a órganos de gobierno municipales, provinciales y nacionales.

¿Hay suficiente democracia interna?

Para conocer qué grado de democracia podemos encontrar en este partido político vamos a tomar como referencia el trabajo de Freindenberg (2006). En él su autora critica la excesiva tendencia a la presión de determinadas oligarquías en los partidos, y cómo se traduce en la falta de democracia interna. Merece la pena reflejar sus conclusiones a la hora de plasmar lo que considera los procesos básicos a aplicar para ganar en democracia:
Un partido democrático será aquel que internamente acepte y ejerza el pluralismo, favoreciendo la participación de los miembros en cada proceso y garantizando que la heterodoxia del partido no sea castigada con la eliminación o la separación por manifestar sus descontentos.
En el ejemplo que nos hemos propuesto podemos encontrar indicadores que sí demuestran democracia interna, como son:

- Existe amplia libertad para la participación de todos los afiliados en la elección de todo tipo de candidatos, internos y externos.

- Recoge la participación, con un peso muy importante y para todo cargo político, de las minorías y sectores sociales subrepresentados, como son las mujeres y los jóvenes, lo que mejora el nivel inclusión.

- Respeto del principio de mayoría para las elecciones.

Sin embargo encontramos otros indicadores que demuestran cierta rigidez y opacidad, como son:

- La elección de los candidatos puede variar según se determine en las respectivas Cartas Orgánicas de Distrito (Provincia), sin que la Carta Orgánica Nacional indique unos mínimos a los que sujetarse, lo que puede dar lugar a restricciones en otras normativas.

- Las decisiones de los Tribunales de Disciplina no están sujetas a ningún otro control, ni interno ni externo.

- No existe un procedimiento reglado para que las bases del partido puedan castigar o premiar a sus dirigentes en caso de que corresponda por cualquier motivo.

Es cierto que esta misma autora reconoce que siguiendo estos procesos y observando determinados indicadores tampoco se puede cuantificar eficazmente el grado de democracia, pero sí se puede intuir que un partido que no ofrece agilidad, participación y transparencia aumentará su distancia con los ciudadanos.

En resumen, se puede afirmar que existen de manera formal procedimientos y órganos internos en el Partido Justicialista que prometen un funcionamiento interno democrático, si bien aún quedan determinados aspectos que pueden entorpecer este funcionamiento y revertir los esfuerzos realizados en los últimos años.

Referencias

Freindenberg, F. (2006). Democracia interna: reto ineludible de los partidos políticos. Revista de Derecho Electoral, 1, Primer Semestre.

lunes, 8 de abril de 2013

"Invictus", o la forja de un líder.

Corren tiempos difíciles de crisis económica, pero también y quizá lo que es más importante, de crisis de valores. La sensación de desencanto producida en los ciudadanos corrientes, de incredulidad acerca de la capacidad de los dirigentes políticos de tomar las riendas de los problemas que nos acucian, ha ido en aumento. Son tiempos en los que se hace más necesario que nunca contar con, como se suele decir, auténticos líderes. Pero en realidad ¿cómo es un líder?, ¿qué esperamos de él? 

La película "Invictus" (Clint Eastwood, 2009), narra la historia de un drama candente vivido en una sociedad en la cual se dividían de manera desigual los derechos entre blancos y negros, entre ricos y pobres, en un país más necesitado que nunca de reconciliación interna si quería avanzar hacia un futuro común, y de cómo una persona fue capaz de conseguir lo que parecía imposible, utilizando para ello un encuentro internacional de rugby. Nelson Mandela, un joven abogado que permaneció veintisiete años en prisión por sus actividades en contra del régimen de segregación racial llamado "apartheid", fue liberado el 11 de febrero de 1990, liderando a continuación su partido político, el Congreso Nacional Sudafricano, y negociando la creación de un Estado multirracial, cosa que consiguió en 1994 al mismo tiempo que se alzaba con la Presidencia de la Nación. Una vez llegado a este puesto extendió entonces su liderazgo a todo el país logrando sentar las bases de un auténtico espíritu de unidad nacional pero ¿cómo lo logró?


 Los años pasados en prisión sirvieron a Mandela para perfeccionar su capacidad de análisis de la situación, para reflexionar sobre cómo eran sus enemigos, cuales eran sus debilidades y fortalezas y saber por lo tanto cuáles serían las claves del éxito de la sociedad sudafricana. Es lo que los expertos en liderazgo consideran como capacidad de planificación estratégica del líder. Al mismo tiempo, su personalidad se iba reforzando tras una labor de introspección obligada por el cautiverio al que se encontraba sometido. Los estudios de derecho que había realizado previos a ser encarcelado, el contacto con los máximos dirigentes de partidos políticos representativos y con el pueblo llano que mantuvo a pesar de todo, reforzaron sin duda sus habilidades personales y técnicas, creando un personaje capaz de ver más allá de los aspectos relacionados con las decisiones políticas; un personaje capaz de ver a las personas que habrían de ser afectadas por ellas.


Nelson Mandela vio, como buen líder, el tremendo potencial que, para llevar a cabo su plan de unidad nacional basado en el respeto a una sociedad multirracial, presentaba la celebración de los mundiales de Rugby en su país, y no desaprovechó la ocasión. Demostró su lado humano ofreciendo una imagen de cercanía, de ejemplo de sacrificio por los demás, de conocimiento no solo del terreno en el que se movía sino de las personas que también se movían en él, de confianza en las personas y en el futuro, de credibilidad. Y lo hizo ante todos pero especialmente ante el que por otro lado era el capitán y por lo tanto líder del equipo sudafricano, pues sabía que de su motivación dependía en gran medida la del resto del equipo.

Nelson Mandela ofreció en suma un ejemplo de capacidad de liderazgo en momentos de extrema crisis. Esperemos que cunda este ejemplo.